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El recubrimiento de zinc-níquel es un tratamiento superficial avanzado que ofrece una excelente protección contra la corrosión y el desgaste. Utilizado en múltiples sectores industriales, este proceso representa una solución eficaz para mejorar la resistencia y la durabilidad de los componentes metálicos. En este artículo exploraremos las características del zinc-níquel, sus ventajas y sus principales aplicaciones.
Nota: Foscarin Group no realiza servicios de galvanizado de zinc-níquel para terceros, pero comercializa componentes (como racores y adaptadores) que ya han recibido este tratamiento de alta calidad, garantizando máximo rendimiento y resistencia a la corrosión.
El zinc-níquel es un tratamiento electroquímico que consiste en la deposición de una aleación compuesta por zinc y níquel sobre superficies metálicas. Este recubrimiento proporciona una protección superior en comparación con el tratamiento tradicional de zinc con cromo trivalente (Cromo III).
La corrosión es un fenómeno natural que provoca el deterioro progresivo de los metales con el tiempo. El recubrimiento de zinc-níquel ayuda a reducir este efecto gracias a su alta resistencia. Existen dos tipos principales de corrosión:
Corrosión blanca: oxidación de la capa de zinc presente en la superficie metálica.
Corrosión roja: oxidación del metal base del componente tratado.
Los efectos negativos de la corrosión incluyen:
Daños en la integridad de los sistemas de transporte de fluidos
Riesgos de seguridad y fallos en los sistemas
Costes elevados de mantenimiento y tiempos de inactividad
Sustitución prematura de componentes
Reducción de la eficiencia y fiabilidad operativa
Deterioro del aspecto estético del producto
El recubrimiento de zinc-níquel ofrece múltiples beneficios que lo hacen ideal para una amplia gama de aplicaciones. A continuación, se detallan las principales ventajas:
El tratamiento con zinc-níquel proporciona una protección mucho mayor que el galvanizado convencional. Pruebas en cámara de niebla salina demuestran que este tratamiento resiste hasta 900 horas de corrosión roja, frente a las 360 horas del Cromo III. La presencia de níquel aumenta la resistencia a los agentes corrosivos, alargando la vida útil de los componentes incluso en ambientes extremos.
La aleación de zinc-níquel mejora la dureza superficial de las piezas tratadas, reduciendo el desgaste y aumentando la resistencia a la abrasión. Esto lo hace especialmente adecuado para aplicaciones industriales y mecánicas.
La aplicación de una capa de sellado adicional tras el recubrimiento de zinc-níquel mejora aún más la protección contra la corrosión, alcanzando una resistencia a la niebla salina de entre 48 y 96 horas.
A diferencia de otros tratamientos superficiales, el zinc-níquel mantiene sus propiedades incluso a temperaturas elevadas, lo que lo convierte en la opción ideal para aplicaciones sometidas a altas cargas térmicas.

El proceso de recubrimiento de zinc-níquel es un tratamiento electrolítico que requiere precisión y control en cada etapa. Así es como se realiza:
Preparación de la superficie: el componente metálico se limpia y desengrasa cuidadosamente para eliminar impurezas, aceites y óxidos que puedan afectar la adherencia del recubrimiento.
Pretratamiento: se aplican procesos de decapado ácido o granallado para obtener una superficie perfectamente receptiva.
Deposición electrolítica: la pieza se sumerge en un baño electrolítico con sales de zinc y níquel. Al aplicar corriente eléctrica, se deposita de forma uniforme una capa de aleación zinc-níquel sobre la superficie metálica. La proporción de níquel (generalmente entre el 12% y el 16%) se controla con precisión para asegurar propiedades óptimas.
Pasivación: tras la deposición, el componente se somete a un tratamiento de pasivación que refuerza aún más la resistencia a la corrosión.
El proceso completo garantiza un recubrimiento uniforme con espesores controlados de entre 6 y 10 µm.
Gracias a su eficacia y versatilidad, el recubrimiento de zinc-níquel se emplea en numerosos sectores. A continuación, algunos de los principales ámbitos de uso:
La maquinaria agrícola trabaja en condiciones exigentes, expuesta a humedad y productos químicos. El zinc-níquel protege las superficies metálicas y prolonga la vida útil de los componentes.
El equipo de obra está expuesto a entornos extremos. El recubrimiento de zinc-níquel extiende la durabilidad de elementos críticos como tornillería y uniones mecánicas.
Las máquinas empleadas en la extracción minera operan en ambientes muy abrasivos. El zinc-níquel reduce el desgaste y la corrosión, mejorando la fiabilidad del equipo.
El entorno marino impone un alto riesgo de corrosión por su elevada salinidad. El tratamiento de zinc-níquel ofrece una excelente resistencia a la corrosión marina, aumentando la vida útil de los componentes navales.
Desde vehículos industriales hasta sistemas ferroviarios, el recubrimiento de zinc-níquel proporciona una protección duradera frente a la corrosión y los daños mecánicos.
Este tratamiento se emplea para proteger componentes utilizados en procesos industriales, reduciendo los costes de mantenimiento y mejorando la fiabilidad de la maquinaria.
El zinc-níquel es una de las principales razones por las que nuestros racores y adaptadores ofrecen un rendimiento superior en términos de durabilidad y resistencia.
Disponemos de un catálogo completo de componentes ya tratados con zinc-níquel, ideales para aplicaciones en sectores industriales de alta exigencia.
Para conocer más sobre el proceso y sus aplicaciones, consulta el documento completo disponible en la sección Documentos técnicos.
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